La infancia y una huella verde por nuestra Casa Común
Texto y fotos: Roberto Alfonso Lara

Amor es una palabra lo suficientemente poderosa para describir lo acontecido este sábado en la Parroquia de Montserrat, de la Perla del Sur, donde más de 150 niños, niñas y adolescentes, beneficiarios del Programa Grupos de Desarrollo Humano (GDH), de Cáritas Cienfuegos, fueron protagonistas del intercambio entre talleres «Mi huella verde».

Vinieron de municipios, de la montaña, de Trinidad, y también de asentamientos rurales de difícil acceso. Pero en esta ocasión nada resultó imposible. La huella color esperanza que germina en las almas de los pequeños se esparció de tal manera que pudimos encontrarla en múltiples sonrisas y rostros felices e iluminados, en la picardía de los más intranquilos, y en la inocencia que nos desarma.
Por más conciencia ecológica

El cuidado de nuestra Casa Común, la Tierra creada por Dios, aunó a las nuevas generaciones, que asistieron acompañados por sus padres, familiares, y animadores de los talleres de GDH. Y por supuesto, el tema no fue casual, al entender que el futuro del mundo, ya impactado por la crisis del cambio climático, no solo depende hoy del actuar responsable de los adultos, sino de la conciencia ecológica y ambiental que fomentemos desde la infancia.

Bajo este prisma, sesionaron los espacios de formación concebidos. El Dr. Iván Castillo Ledo, especialista en Psiquiatría y formador de Cáritas Cienfuegos, ofreció a familiares, animadores y voluntarios «Pautas para lograr una vida familiar ecológicamente sostenible»; mientras, Dunia M. Chavez Amaro, coordinadora diocesana del Programa de Gestión de Riesgos y Desastres, aplicó la dinámica «Planeta finito», con el propósito de cultivar en los niños y niñas una mayor empatía hacia la naturaleza.

Durante su disertación, Castillo Ledo mencionó una frase que, más allá de definir la importancia del programa GDH -orientado a la atención de niños, niñas y adolescentes en riesgos de exclusión social- , pone de relieve cuánto compromete, incluso, el devenir de todos.
«La vida familiar, expresó, tiene un impacto emocional global».
El festejo que esperaban los niños

Tras las charlas formativas, la instructora de arte y animadora Nuria Vega Valdés puso a disfrutar de lo lindo a los participantes. El calor fue abrasador, por las altas temperaturas de la mañana, y por un público entusiasta e inagotable que gozó sobremanera el momento festivo.

Entre rifas, canciones, bailes y juegos, varios de los talleres realizaron presentaciones de números culturales, y se premió el concurso «Guardianes del planeta» en las modalidades de Literatura y Maqueta. Así concluyó una jornada de huellas ya imperdurables en la historia del programa GDH, de Cáritas Cienfuegos.

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