Comunidad de Maquey: Un guiño de vida a su gente
Texto: Katiuska Fournier de la Cruz
Fotos: Beata Kruszewska y Katiuska Fournier

El espíritu Santo reluce allí, en Maquey, donde los ojos de niños destellan asombro y alegría ante un libro de cuentos o juegos de graciosos ademanes.
Esa zona rural de la diócesis de Guantánamo-Baracoa donde la sequía se adueña del entorno, fue la escogida para tocar el alma de su gente con un gesto de Cuaresma que descubra la presencia de Dios, el impulso del encuentro entre hermanos, la gracia de compartir estrechones de manos, aventuras literarias y más guiños de vida.
No es la primera vez, no. A esa comunidad un tanto alejada de la urbe, que pertenece a la parroquia San José Obrero, llegan cada sábado el sacerdote Heider y la hermana Beata Kruszewska, también coordinadora del Programa Grupos de Desarrollo Humano, de la Cáritas diocesana y otros misioneros. La catequesis, la biblioteca itinerante “Cita entre libros” y encuentros de higiene y salud bucal, organizados por la religiosa, animan la vida comunitaria con propuestas que resultan valiosas y cercanas a sus residentes.

En esta ocasión, la temporada litúrgica conminó al equipo diocesano a ser peregrinos de esperanza en un lugar que abre sus brazos al amor de Dios, a través de hermanos comprometidos con el crecimiento de su fe, aprendizaje y alegría existencial.
“Con la lengua así (afuera), la hormiguita aquí (caminando por el cuerpo), la luna allí (cuento ilustrado)”, los rostros de todas las edades tiñeron de dicha la mañana y tejieron una inolvidable historia de acogida, sencillez y fraternidad humana, que postergó durante esas horas las fatigas de su humildísima cotidianidad.

El convite incluyó un manjar de verdadera comunión, un signo de entrega y generosidad que cada año realiza el equipo diocesano en Cuaresma para acercar el milagro de reír en medio de las vicisitudes, la palabra tierna y gentil, el alimento al cuerpo y espíritu a personas muy necesitadas.
Conectar con las familias, y en especial los niños y niñas de Maquey, es también un regalo para este grupo de misioneros de Cáritas, la oportunidad de renovación espiritual y gozo en el servicio.
Así, en esa coherencia cristiana que abraza y alivia fragilidades humanas, creadora de lazos de bien en las periferias, se vive en sintonía con la propuesta de Dios, un camino con obras concretas por el cual seguirán el curso constructivo de la caridad, la justicia social, la solidaridad.
“No basta con dar pan a los pobres; hay que acompañarlos, mirarlos a los ojos, tocarlos, porque son carne de Cristo”
(Papa Francisco)
Instantáneas de esta cita con guiños de vida











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