Cáritas en Cunagua: fortalezas del que hacer comunitario

Una voz clara y dulce comparte sus audios por Whatsapp tras el pedido testimonial: es Marta Alfonso Cobelo, una mujer de 67 años que, desde la iglesia católica “Sagrado Corazón”, en Cunagua, diócesis de Ciego de Ávila, guía el accionar de la Cáritas comunitaria desde el año 2000 y anima el Programa de Personas Mayores.

Admira su ternura y precisión al contar la historia del poblado, su tesoro en memorias textuales y fotográficas de los comienzos y presente del programa en esa comunidad pero también al detallar fechas, cifras y descripciones, cual si contara la rutina del día anterior:

“Comenzamos haciendo algunas actividades asistenciales junto a algunos voluntarios y en ese mismo año, el 2000, se crea el grupo de animación sociocultural con 35 beneficiarios a los que se les comparten formaciones, juegos y rifas, espacios para intercambiar y animarse.

Dos años después iniciamos el servicio de desayuno para 80 ancianos de 4 zonas rurales con el apoyo de 4 voluntarios que, desde sus hogares, garantizan esta prestación cinco veces por semana y organizan encuentros recreativos de forma trimestral.

A partir de 2017, se reconstruye un local de la iglesia que reconocemos como “Casa de estancia” donde ofrecemos una variedad de actividades a personas mayores del programa, además de involucrar a los de la comunidad. Entre estas figuran los juegos de mesa, temas para fomentar el cuidado en la vejez, los valores y la práctica de ejercicios físicos tres frecuencias semanales, por parte de un profesional del deporte.”

AnyConv.com Desayuno Cunagua

Martica relata también la existencia del servicio de Lavatín, en el cual ella y otras personas mantienen limpias las prendas de vestir de 12 beneficiarios; de las visitas a ancianos enfermos y encamados; los frutos de los talleres de costura que enriquecen las destrezas en la confección de ropas, manualidades, adornos y el compromiso de todos en el dar y recibir cristianos.

Incendios, ciclones y pandemia por Covid les multiplican gestiones a este equipo de Cáritas en Cunagua, un pueblo de más de un siglo, al que pertenecen varias zonas rurales, marcadas por el deterioro de sus casas y naturaleza.

Del quehacer del Programa de Personas Mayores frente a esos desastres, nos amplía nuestra entrevistada:

“Ante emergencias, tanto los voluntarios como los beneficiarios han sido partícipes al apoyar cuando ocurren incendios, ciclones y la enfermedad de la Covid-19. Lo hacen ayudando a personas afectadas con alimentos, ropas, aseo, útiles de hogar. Desde el Taller de costura se ha contribuido con la confección de cobertores, ropas y otros recursos que se donan a damnificados.

Se han vivido momentos duros en los que tienes que dividir y subdividir los recursos para lograr el máximo alcance de los necesitados pero a la vez es gratificante el trabajo, porque sabes que estás ayudando al otro, dándole un pequeño empujoncito para que salga adelante.

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Para nosotros, gracias al trabajo que asumimos con el programa, el voluntariado estaba mejor preparado y organizado en cada emergencia, lo cual permitía identificar rápidamente dónde era necesaria la ayuda y preparar recogidas y entregas de donativos. A través de toda la experiencia de trabajo, todo lo que se hacía contaba con mayor precisión para bien de la comunidad. Lo más relevante, es que los beneficiarios y la comunidad también contribuyen con sus aportes a ayudar luego de alguna emergencia.

Todo ello nos ha permitido ofrecer un servicio modesto dando no solo la ayuda material, sino también espiritual, para que en cada uno de los asistidos no se pierda la esperanza y en ellos se mantenga el ánimo y la fortaleza para la recuperación después de un desastre”

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En la actualidad, Martica y su red de Cáritas en Cunagua multiplican esfuerzos para garantizar la alimentación de los 31 beneficiarios que hoy posee el servicio de desayuno, una labor en la que sortean disímiles limitaciones para adquirir recursos y apelan a soluciones creativas de la cocina.

“Siempre se trabaja en equipo y nos apoyamos. Cáritas diocesana asegura algunos alimentos y otros son aportes propios de la comunidad y beneficiarios que enriquecen el desayuno al donar frutas, azúcar y más alimentos. Diecisiete ancianos acuden a la casa de estancia y 14 reciben este servicio a domicilio por parte de quienes van hasta nuestro espacio de socialización. Este es un sitio donde no sólo disfrutan del menú matutino sino también de actividades en las que conversan, ríen, aprenden y comparten experiencias.”

Antes de finalizar el diálogo virtual, acota la valía y gratitud que siente hacia Cáritas:

“Gracias a Cáritas Cuba y a la diocesana por brindarnos las herramientas para nuestro trabajo a través de la formación y preparación que nos han dado para hacerlo organizado y certero. Gracias también a los benefactores que desde otros países ayudan a la ejecución de estos proyectos… Es un sello característico de Cáritas el escuchar con respeto lo que el otro necesita, alejándose de las falsas promesas, las mentiras o el peloteo, tan común en estos tiempos. Cáritas es el lugar donde el amor de Dios puede irradiarse a otros y tocar con suficiente bondad y misericordia sus realidades.”

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Equipo de Comunicación Cáritas Cuba
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