Voluntarios del amor
Texto y fotos: Michel Pérez Abreu
El salón de la Casa Diocesana, anexa a la S.I. Catedral San Eugenio de La Palma, acogió en la mañana del sábado 21 de septiembre el Encuentro de Voluntarios de Cáritas Ciego de Ávila, con participantes de todas las parroquias y la zona de Venezuela.

Anunciar la palabra de Dios a través del testimonio es una de las premisas que definen la labor asistencial de esta organización, la cual también promueve la vida, don de Dios que se encuentra por encima de la doctrina y la sociedad.
En el evento se motivó a reflexionar a partir de la parábola del Buen Samaritano sobre la pregunta: ¿De quién soy prójimo?, con una invitación a poner todas las energías interiores al servicio del otro.

Diversas claves del intercambio fueron reconocer al movimiento como herramienta eficaz para la proximidad; el no alejar sino acercar al prójimo, en especial al amor de Dios, recordando que hacerse prójimo no solo es estar cerca espacialmente, sino padecer con el necesitado; y entender la pertinencia de ser siempre misericordioso y el poner el corazón en el más desprotegido.
Se recordó que hoy las víctimas son muchas: niños abandonados, jóvenes con adicciones, desempleados, enfermos, homosexuales, ancianos descartados, reclusos. Cada uno de ellos debe ser tocado por la caricia de la Madre Iglesia.
El texto del español Vicente Altaba Gargallo, “La dimensión social de la evangelización en Evangelii gaudium”, sirvió de punto de partida para el segundo tema de la mañana, teniendo en cuenta las afirmaciones del Papa Francisco en su encíclica.

Ser “pobre” no es solo carecer de recursos materiales, también lo puede ser alguien enfermo de espíritu, de ahí la importancia de la escucha como labor asistencial. La promoción del ser humano es de enorme relevancia, dotándolo, además de medios materiales, de herramientas con las cuales pueda salir adelante en su vida.
Estuvo presente la invitación a no olvidar los gestos cotidianos de ayuda: esa sonrisa de cada mañana, el escuchar a quien necesita compañía, el no perder de vista la necesidad de pensar en comunidad y el estar abiertos a la evangelización del pobre hacia el voluntario.
Las parábolas del Buen Samaritano, de Jesús multiplicando el pan, y de Jesús con los discípulos de Emaús, fueron las escogidas para el trabajo en equipo, siempre provechoso y útil. A partir de ellas, los participantes reflexionaron acerca de las cualidades que debe poseer un voluntario de Cáritas, en las que debe crecer. Esto permitió elaborar, entre todos, una expresión resumen y espejo de la jornada: “El voluntario es rico en caridad, amor, misericordia y entrega; es rico de alma y acompañante siempre”.

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