El voluntariado es una vocación eclesial
Texto y fotos: Equipo Nacional de Comunicación de Cáritas Cuba
Cáritas es —sobre todo— la caridad organizada de la Iglesia, nuestro objetivo fundamental es ser un testimonio del amor de Dios a los más pobres”. P. Vicente Altaba (diciembre, 2017).

El Padre Vicente Altaba es delegado episcopal de Cáritas Española desde el año 2007. Licenciado en Teología por el Instituto Superior de Pastoral de Madrid, Vicente es el hombre que canta en medio de una conferencia magistral y con palabras sencillas deja en quien lo escucha grandes enseñanzas.
Sacerdote desde hace medio siglo dentro y fuera de Europa, ha acumulado experiencias como misionero, profesor, párroco, vicario general y prosista de numerosos artículos y libros, varios de ellos vinculados a la identidad y formación dentro de la institución católica.
Aprovechando su presencia en Cuba a propósito del I Encuentro Nacional de Voluntarios del Programa de Personas Mayores, dialogamos con el autor de Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación y La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social.
¿Qué es y qué no debería ser el voluntariado de Cáritas?
La clave más profunda es que el voluntariado cristiano, y por lo tanto el de Cáritas, es una vocación eclesial: no es simplemente una sensibilidad social, es la vocación de servir en la Iglesia y en la sociedad a los más pobres, es una llamada. No somos una organización social; Cáritas es —sobre todo— la caridad organizada de la Iglesia, nuestro objetivo fundamental es ser un testimonio del amor de Dios a los más pobres.
Otra característica es la gratuidad del amor, dar gratis lo que gratis hemos recibido. El voluntariado cristiano es, además, muy vivido, muy en comunión con la propia comunidad eclesial. Esto quiere decir que el voluntario de Cáritas no es un francotirador de la caridad, sino que actúa en una comunidad y, por tanto, la tarea fundamental es animar la caridad para que todos se sientan implicados en el servicio a los pobres y que ese servicio no aparezca como cosa de unos pocos. En algunos sitios de la Iglesia necesitamos recuperar lo que se ha perdido y en otros hay que reafirmar la conciencia de que el sujeto de la caridad es la comunidad.
El voluntariado cristiano no es una opción para buscar la satisfacción personal, no hacemos voluntariado para sentirnos bien, para sentirnos útiles… Es verdad que después nos sentimos bien, es verdad que después nos sentimos útiles, pero una característica del voluntariado es la gratuidad: lo hacemos desde el amor gratuito de Dios, dando sin buscar intereses personales, rentabilidades, sin pasar factura a nadie, ni afectiva ni efectiva. Esto es fundamental.
De igual manera, el voluntariado cristiano no va por la libre, pertenece a una parroquia, a una comunidad cristiana, a una diócesis… También es importante recordar que trabajamos con proyectos, pero los proyectos no son míos, el proyecto es de una institución, es de la Cáritas parroquial, es de la Cáritas diocesana o de la Cáritas nacional.
En el encuentro, Vicente compartió con los asistentes los retos y gozos del voluntariado.
Por otra parte, la caridad en la Iglesia no está simplemente para prestar ayudas paliativas, sino que la caridad está llamada a ser transformadora —de las personas y las instituciones. Tenemos que buscar el desarrollo integral de la persona, así, la ayuda no se debe circunscribir solo a lo material sino que debe afectar lo cultural, lo social, lo religioso.

Y una última cuestión muy importante, la caridad no está para que las cosas sigan como están, sino para que la pobreza pueda ser eliminada y todo el mundo pueda vivir en comunidad. Todo esto que he mencionado constituyen retos.
Y ante esos desafíos, ¿qué le aporta la espiritualidad cristiana a la acción caritativa?
Nos aporta las motivaciones y el sentido último de nuestra acción; la espiritualidad nos da las claves. Por ejemplo, una espiritualidad trinitaria nos da las claves para trabajar en una caridad comunitaria; una espiritualidad encarnada, para intentar ayudar desde la cercanía, desde la proximidad al pobre. Es por eso que hemos estado desarrollando una espiritualidad eucarística: es la clave para entender nuestro voluntariado como una vida ofrecida a los demás.
¿Cómo valora, cómo ve al voluntariado cubano?

A mí me impresiona mucho que, entre ustedes, la vida de las Cáritas es más importante que la estructura —y lo digo en un tono positivo. En Europa, por ejemplo, tenemos mucha organización, mucha estructura, y a veces la estructura nos ahoga la vida. Lo que percibo aquí, y con gusto, es que hay menos estructura y la fe va por delante de la organización. En Europa, por el contrario, a veces la fe va al remolque de la organización. Yo creo que en eso lo encierro todo.
Me admira también la entrega de muchos voluntarios, que no es una entrega por horas, es una entrega cotidiana, permanente. Luego lo que me impresiona es que la gente formula y explica con absoluta espontaneidad los fundamentos de la fe cristiana. Hay una diferencia a favor de la gente que está en la Cáritas de aquí: que tienen mayor identidad religiosa y, sobre todo, capacidad de confesión.
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