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Por: Denise Delgado Guevara
Fotos. Archivo de Cáritas Cuba

Guantánamo, agosto de 2022— Mi nombre es Denise y esta es mi historia, la historia de cómo comencé a formar parte de la familia de Cáritas y lo que esto ha significado para mi vida personal, familiar y profesional.

Por el año 2004, el sacerdote de la parroquia donde yo colaboraba me habló del Curso de Animación Sociocultural, unos talleres que convocaba el Programa de Personas Mayores de Cáritas y que se realizarían en La Habana. Dicen que la primera vez nunca se olvida y es cierto. Era la primera vez que escuchaba hablar de Cáritas y su quehacer, que me involucraba en un proyecto de este tipo… y la primera vez que viajaría a La Habana.

Con todos esos nervios a flor de piel, comencé ese caminar por 3 maravillosos años. Aún hoy recuerdo lo aprendido en esos talleres. Me adentraba en temas que nunca me había planteado, el envejecimiento, la jubilación, las relaciones intergeneracionales, el maltrato al adulto mayor. Cada cita era mejor que la anterior y dejaba grandes expectativas. Los facilitadores de los mismos eran estupendas personas y profesionales que regalaban jornadas de lujo.

Estos temas se replicaban luego en la Diócesis, para los animadores de nuestros Grupos de Cultura y Recreación, y representaban un medio para superar mis temores, prepararme más, ahondar en el trabajo de estas personas y las historias de vida que atesoraban en su cercanía con los beneficiarios.

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Todo era nuevo para mí y sentía que había mucho por hacer. Comenzaba a ver el verdadero accionar de Cáritas al llegar siempre al más vulnerable, al triste, al desamparado, al mismo Dios que deambula por nuestras calles. Ello me iluminaba hacia un nuevo andar en el que necesitaba poner los dones de Dios en beneficio de los demás.

Lo que comenzó como algo breve, se alargó y Dios me sorprendió al ser propuesta para un trabajo a tiempo completo en la oficina de Cáritas Diocesana, justamente en el equipo de Contabilidad.

Los números reemplazaron mi pasión por las letras y en el baúl de los recuerdos quedó mi título de Licenciatura en Comunicación Social.

Al principio pensé que al estar en trabajo de oficina, no tendría contacto con los beneficiarios, los grupos, los acompañamientos; pero me sorprendí conociendo cada uno de los Programas y Proyectos, sus actividades, sus logros, sus metas y me sentía fascinada. Comencé a apoyar en las formaciones, ya fuera en la logística o al impartir temas de espiritualidad u otros de relevancia para los programas. Cada formación representa un reto, es necesario prepararse pues entre los aspectos que busca esta organización es que las personas que colaboran estén bien capacitadas.

Mi familia también comenzó a formar parte de mi trabajo en Cáritas, algunas veces apoyando en nuestras actividades y otras veces siendo mi sostén en la retaguardia, cuando por cuestiones de trabajo salgo de viaje. Mi abuela forma parte del taller de artesanía y ha compartido sus saberes de manualidades con los animadores de diversos Programas. Mi hermana apoya hoy al Programa Aprendiendo a crecer y junto a nuestra abuela han participado en los Concursos que convoca el Programa de Personas Mayores. Ambas son un ejemplo vivo de las maravillas que pueden salir del encuentro entre generaciones y soy feliz por eso.

Doy gracias a Dios por todo lo que me ha regalado. En cada oportunidad, en cada persona conocida, experiencia ganada, meta por cumplir, ahí ha estado Cáritas, que dejó de ser solo mi trabajo para convertirse en parte de mí. Me ha hecho ver y vivir mi vida de forma diferente, tratando de hacer siempre el bien al prójimo y buscando en todos el rostro de Dios. De aquí también han salido mis mejores amigos, esos con los que a veces compartes más horas juntos que con otro miembro de tu familia, los que están en las buenas y en las malas, los que se convierten en parte de tu familia, también por eso le doy infinitas gracias a Cáritas.

Espero, si así Dios lo permite, seguir dándome en todo lo que pueda en favor de los más necesitados. Hay mucho todavía por hacer, muchas personas que sensibilizar, puertas y corazones que tocar, lugares que visitar, temas para impartir, personas por acompañar, metas que lograr, batallas que ganar, pero Dios tiene la última palabra y nosotros estamos a su servicio. Que Cáritas siga siendo siempre las manos que Dios extiende a sus hijos.

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