Encuentros de abuelos y nietos: experiencias para la vida
Por: Michel Pérez Abreu Fotos: archivo de la Diócesis de Ciego de Ávila
Ciego de Ávila, 16 de diciembre de 2021— Uno de los fenómenos que caracterizan a las sociedades modernas es el envejecimiento de la población. Naciones como Cuba se enfrentan a una realidad compleja, al ver crecer numéricamente a esa generación de más de 60 años mientras decrece peligrosamente la natalidad y se agudiza la migración de jóvenes (generación que asegura el reemplazo poblacional y que suele asumir el cuidado de los adultos en situación de dependencia).
Este hecho ha de entenderse como una provocación constante a la búsqueda de alternativas, capaces de paliar, en alguna medida, la brecha generacional cada vez más amplia.
Hoy queremos compartir la experiencia del equipo del Programa de Personas Mayores (PPM) de Cáritas Ciego de Ávila, junto al programa Grupos de Desarrollo Humano (GDH), quienes desde el año 2018, de conjunto, organizan por toda la Diócesis los Encuentros de Abuelos y Nietos, únicos de su tipo en el país.
Sin muchas pretensiones, como reconoce la coordinadora del PPM, Teresa Fuego, la intención de los mismos ha sido crear espacios de reflexión, así como de intercambio y aprendizaje, en torno a las relaciones existentes entre estos miembros de la familia; teniendo como premisa que, muchas veces, los grandes cambios necesitados por el hombre no sucedieron en los entornos de macro desarrollo, sino que se iniciaron en espacios pequeños, en el intercambio o contacto persona a persona.
Cada encuentro— donde participan niños y mayores que juegan a interpretar los roles de abuelos y nietos a pesar de no siempre tener este parentesco familiar—inicia con la lectura de un cuento o fábula, incentivo para reflexionar acerca de la enseñanza que aporta el texto en el marco de las relaciones intergeneracionales.
Luego de ese primer momento, animadores y voluntarios de GDH se dividen en varios grupos con los pequeños, según grupos etarios, mientras integrantes del equipo de PPM hacen lo mismo con los adultos. Esta segmentación permite a los participantes, a través de una lluvia de ideas guiada por disímiles preguntas, buscar respuestas a las interrogantes: ¿Qué les aportan los abuelos a los nietos? y ¿Qué les aportan los nietos a los abuelos?
Con el torrente de criterios, experiencias y anécdotas, el grupo vuelve a ser uno y entre todos comparten cuanto aconteció momentos antes.
A menudo los imaginarios colectivos alumbran al nieto como representante de lo nuevo en la sociedad y a su abuelo como el que aporta la experiencia de vida, lo cual edifica lo que se pudiera llamar un equilibrio perfecto. En las discusiones grupales también se hace insistencia en no perder de vista que cada miembro de la familia puede aportar algo para su mejor funcionamiento, cosa que debe entenderse no solo como un derecho sino como un deber.
En cada encuentro, los pequeños reciben orientaciones que favorecen la convivencia con los mayores, enfocadas en el respeto de sus derechos, pertenencias, gustos y decisiones. Se les insta a escuchar del abuelo sus consejos, a propiciarle las tan necesarias muestras de cariño y a tomar conciencia de que todos, algún día, envejeceremos.
Por otra parte, las personas mayores intercambian experiencias vinculadas a sus propias realidades como abuelos, los nuevos retos generacionales, la irrupción de la tecnología en la vida cotidiana y sobre su rol respecto al cuidado de los nietos, entre otras cuestiones.
En las evaluaciones de los encuentros, elaboradas en forma de guía temática, es frecuente hallar respuestas de los nietos como “puedo aplicar lo aprendido en mi vida dándole amor y cariño a mis abuelos, queriéndolos y guardando estas enseñanzas en mi corazón”; o “lo que más me gustó fue interactuar con los abuelos, hacerles una postal y conocer las enseñanzas del papa Francisco”.
Mientras que los abuelos han testimoniado en diversas ocasiones: “Tuve la oportunidad de aprender acerca de la importancia de relacionarnos con nuestros nietos, de las cosas que ellos pueden aportarnos”; o: “puedo aplicar lo aprendido en mi vida aprovechando cada momento junto a ellos, pero también apoyando a mis hijos en la crianza de los suyos, para ayudarlos a conducirse por la vida”.
Tanto abuelos como nietos siempre califican a estas jornadas de beneficiosas e importantes para todos. Las mismas concluyen con un intercambio de tarjetas confeccionadas por cada participante, en las que se pueden leer frases de amor y esperanza.
Para Mons. Juan Gabriel Díaz Ruíz, obispo de la diócesis de Ciego de Ávila: “Estos encuentros ayudan a abrir el horizonte, a demostrar que los abuelos tienen un gran valor. Son espacios que acercan a dos generaciones separadas por el tiempo, las ideas y la visión de mundo. En la actualidad, cuando nos enfrentamos un cambio de época, un cambio de paradigmas, un cambio de orientación, de la visión de mundo, de la persona; estos encuentros ayudan a unir dos polos que, aunque a veces estén cerca en el plano físico (porque el abuelo es el que lleva y trae al nieto de la escuela, es quien lo cría cuando los padres están lejos, incluso fuera del país), sabemos que en la práctica es apenas una cercanía, muchas veces, auxiliar. Los encuentros inducen a una cercanía más vital, de intercambio, en la que el nieto se nutra de la sabiduría de los abuelos, y estos, a su vez, sean capaces de ver las nuevas perspectivas de sus nietos. Desde su accionar, ponen un granito de arena”.
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