Por: Katiuska Fournier Fotos.: cortesía de los voluntarios
Guantánamo, 14 de septiembre de 2021— Como buenos samaritanos, que no desvían sus miradas y gestos de los necesitados en tiempos de alta incidencia de coronavirus, andan los animadores del programa Aprendiendo a crecer de Cáritas, en la diócesis Guantánamo-Baracoa, en función de acompañar a más de un centenar de beneficiarios y sus familias.
Bajo estrictos cuidados sanitarios realizan visitas mensuales y entregas de ayudas a las personas con capacidades diferentes, grupo social con grandes vulnerabilidades ante la crisis epidemiológica que enfrenta el país.
Debido a la imposibilidad de comprar alimentos y recursos en el mercado estatal en grandes cantidades, el equipo coordinador del programa decidió en enero de este año ofrecer apoyo a las familias con mayores tensiones económicas, además de materiales didácticos, folletos y plegables con información acerca de cómo vivir en medio del confinamiento y prácticas útiles para su progresión emocional y afectiva.
La telefonía fija y digital es otra vía de comunicación con beneficiarios y familiares, como alternativa para guiarlos en la realización de dinámicas desde los hogares que fortalezcan el trabajo emprendido en talleres y motivar al desarrollo de diversas habilidades.
En el acompañamiento es crucial el compromiso del voluntariado, que se involucra de forma individualizada con estas personas, refiere Judith Bordelois, coordinadora del programa en la Diócesis. Su implicación y cercanía con las familias ayuda mucho en el manejo de conflictos y el aporte de soluciones aceptables para ellos y sus hijos, con un enfoque inclusivo; añade.
En su mayoría, los animadores de este programa son jóvenes a los que el Papa Francisco llama callejeros de la fe y estrellas en medio de la oscuridad, que dan una respuesta de amor y caridad a sus beneficiarios desde un servicio que acerca, protege y anima a vivir escenas de fraternidad, pese a los desafíos del virus que nos persigue desde 2020 hasta hoy.
En busca de las vivencias y motivaciones del voluntariado de Aprendiendo a crecer en esta Diócesis, contactamos desde la red social WhatsApp con dos de ellos y aportaron sus respuestas:
Yasmín: “Gracias a Dios existe buena comunicación. Nos llamamos mutuamente para saber del estado de salud de beneficiarios y familias, además de los autocuidados que asumen para no contraer el virus. Ellos extrañan mucho los días de encuentro en el Taller de Música, sobre todo Moqui e Ylena, que se sienten grandes artistas. Servirles me hace sentir muy bien, útil, pues los ayudo a elevar su autoestima, a ser un poco más independientes, a crecer. Todo ese quehacer me hace sentir más humana. Ellos son parte de mi vida. Agradezco a Dios por este programa y sus regalos de bien a los demás”.
Leysi: “La pandemia representa un reto para el programa (...). En diciembre del pasado año logramos celebrar el Día de Sensibilización respecto a las personas con capacidades diferentes y nos reunimos en los diferentes grupos para Navidad, pudimos volver a ver rostros que no veíamos hacía meses, y eso nos fortaleció”.
“Ayudar con materiales didácticos y de artes plásticas a las familias, así como la convocatoria al concurso realizado a finales de año, fue una de las alternativas que permitió dar continuidad a las habilidades logradas en los diferentes grupos”.
“Durante la pandemia, ha sido una fortaleza enorme el uso de la comunicación digital, a través de un grupo de WhatsApp diocesano recibimos información sobre la situación de nuestros beneficiarios, acompañamos a través de la telefonía fija también. No todos tienen teléfonos, pero las familias con esos medios nos han ayudado a saber del otro. Además se mantienen las visitas de acompañamiento, siempre usando los medios de protección para cuidarnos y cuidar a los beneficiarios”.
“Nos hemos desanimado en ocasiones, porque es muy difícil ayudar a nuestros muchachos y sus familias, buscar alternativas para mejorar su situación en medio del confinamiento o apoyar a los que han enfermado; pero a pesar de todo ello, hemos sentido el abrazo de Dios y nuestra madre María, animándonos a abrazar a los demás, a acompañar, a no dejarnos ganar por la desidia y el dolor que atraviesa nuestra Cuba”.
“Hoy seguimos tratando de encontrar alternativas y no dejarnos vencer, siempre pidiéndole al Espíritu Santo que derrame su gracia sobre nosotros para encontrar soluciones viables a los retos que enfrentamos a diario como programa, ante el desafío de la pandemia”.
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