Texto y fotos: Equipo de Comunicación de Cáritas Matanzas
Matanzas, 9 de febrero de 2021-- “Cáritas es el brazo derecho de la Iglesia Católica”, asegura María Teresa González López (Terina), mientras contempla con ternura la alegría de los adultos mayores tras un reencuentro anhelado durante tantos meses de confinamiento impuestos por la Covid-19.
El olor del caldo recién terminado inunda el salón de la parroquia de Santa Catalina Virgen y Mártir, en el matancero municipio de Pedro Betancourt, y junto a él fluyen los recuerdos de esta mujer cuyos 69 años no disminuyen esa voluntad de asistir a los más vulnerables, de infundirle aliento y vida a tantas personas adultas mayores que necesitan, más allá del sustento, alimento espiritual.
“Todavía recuerdo aquella tarde de junio, en 1991, cuando el padre Nelson Santana, sacerdote jesuíta, nos invitó a fundar el equipo de Cáritas Parroquial. Así comenzamos a dar los primeros pasos. Hemos atravesado por experiencias maravillosas, como atender el botiquín parroquial, proyectos como entrega de medicamentos y alimentos al Hogar de ancianos, talleres de emprendimiento de costuras y el servicio de comedor que brindamos desde hace 20 años.
“Estar al frente del equipo parroquial es una gran responsabilidad, pero como expresa nuestro lema, estamos dispuestos a darlo todo por ʻAmar y Servirʼ. Actualmente, el padre Duver Arley Herrera Aguirre es el presidente de este grupo compuesto por ocho personas, la mayoría mayores de 60 años. Es importante reconocer la labor del voluntariado, su entusiasmo. Somos alegres y esa alegría contagia a los demás”, afirma Terina mientras alista los detalles del almuerzo, como si en cada porción entregara también un mensaje de esperanza, un abrazo acogedor que abre incluso las pupilas más longevas a nuevos amaneceres.
UNIDOS POR EL IMPULSO DEL AMOR
Guardando la debida distancia y bajo el nasobuco, los más de veinte miembros de la Cátedra del Adulto Mayor comparten sus sueños. Si al inicio del debate había huellas de preocupación o tristeza, poco a poco nace la luz. Ahora hablan de autoestima, de buen humor, de empatía, de tocar las nubes y cantar y reír, de desdoblar el alma como un muelle capaz de salir airoso de ese encuentro con la ancianidad, la soledad...
Unidos, rompen los estigmas, los mitos que reducen la vejez a una etapa gris, carente de ilusiones.
“El programa de atención a personas mayores parte de lo asistencial pero resulta un logro transitar también hacia lo promocional. Alfredo, uno de los hermanos de la comunidad, comenzó a impartir la catequesis antes de los almuerzos, pero tuvimos el propósito de ir más allá. Terina, a través del Máster en Ciencias Julián Rogelio Álvarez López, logra abrir la cátedra y desde entonces se reúnen y reciben temas donde vincula la formación y la espiritualidad. Cualquier arista es buena para ellos, desde el cuidado, la protección social, hasta la resiliencia”, argumenta Sheylah Gallardo Milián, coordinadora del Programa de Personas Mayores a nivel diocesano.
Cuenta Sheylah que en los inicios de la Cáritas Parroquial, en Pedro Betancourt se realizó un levantamiento de los más necesitados (alrededor de ochenta) y se decidió darles el almuerzo todos los miércoles. En ese momento había cuatro equipos y la frecuencia era semanal. En estos momentos, aunque el número de voluntarios ha disminuido, la experiencia de esta comunidad resplandece en medio de la Diócesis.
“Aquí contamos, además, con la labor de Noelia Llanio y Mónica Amigo, dos abuelas que forman parte del taller de emprendimiento de costura. A ellas les suministramos las telas y, luego de cierto periodo, ellas reintegran el valor de la inversión y el 20% de la ganancia lo aportan a la Cáritas Parroquial, mientras que el 70% es para ellas. Por supuesto, cuando tenemos las telas precisas, confeccionan de manera voluntaria sábanas y fundas para encamados de la Diócesis en general y en este último periodo ha sido significativo el número de nasobucos que han elaborado.
“En cuanto a su formación, han recibido temáticas excelentes como prevención del maltrato al adulto mayor y género y generaciones, partiendo del enfoque de que cualquier ser humano puede ayudar y apoyar y que es posible lograr una sociedad para todas las edades. Los encuentros están marcados por la metodología de enseñanza popular, donde el mensaje les llega a través de dinámicas, juegos, reflexiones, equipos de debate”.
Como expresara Sheylah, es preciso enseñarlos a afrontar los retos; por eso, durante la etapa donde fue preciso el aislamiento, a nivel diocesano se les entregó boletines, se realizaron visitas y recibieron una ayuda monetaria trimestral.
“Es importante sentirse querido. Por eso, lo principal es contemplar su reacción de felicidad, su comprensión de que se trata de distancia física no social y su seguridad de que la iglesia estuvo presente, pensando en ellos”.
Llega el instante de servir los alimentos y el olor delata la delicadeza y empeño con que fueron confeccionados. Quizás la mayoría de los beneficiarios no imagina cuánto esfuerzo demandó conseguirlos, ni sabrán del desvelo de Terina, del aporte de tantas manos que hacen posible el milagro del compartir.
“He participado en dos ocasiones en encuentros interzonales con Pinar del Río. Cuando se regresa de un evento así, uno renueva los deseos de crear y se percata de cuán dichosos somos por estar unidos.
“Nos quedan todavía muchas ideas como impartirles a los adultos mayores un curso acerca de la utilización del Transfermóvil, iniciar un proyecto con los niños de la catequesis...Siempre sentimos el anhelo de hacer más”, confiesa Terina y en su visión futura puede descubrirse la huella de Cáritas en Matanzas y en Pedro Betancourt. Una estela de frutos dulcísimos que afianza el evangelio del amor, que no cesa de enviar un mensaje de fe y que en medio de tiempos difíciles, palpita junto al corazón de la Iglesia.