Por D.I. Anabel Lorenzo Batista. La vida es, esencialmente, una cuestión de valores. Meir Kahane.
Santiago de Cuba- Este noviembre, el equipo de Cáritas Diocesana en Santiago de Cuba realizó una visita al programa de Grupos de Desarrollo Humano (GDH) para los niños en Baire, que atienden desde hace ya varios años nuestra colaboradora Ivón en conjunto con su esposo.
La tarde se anunció prometedora desde el mismo inicio de la actividad. Ivón, manteniéndolos allí atentos y reunidos, comenzó a narrarles un cuento al que debían prestarle suma atención, pues no solo traía consigo una historia entretenida, sino también valores y antivalores que los niños tendrían que descubrir.
Mientras la historia seguía su curso y se anotaban en la pizarra las enseñanzas y conclusiones que se sacaban, la narración se vio interrumpida ante los rostros de los niños, que comenzaban a expandirse con sus sonrisas: ¡era el payaso que se asomaba por la puerta! Al terminar el cuento, se abrió el debate para que compartieran sus impresiones sobre las decisiones tomadas por los personajes. Se comprendió que muchas veces, para alcanzar un mismo fin, existen diversos caminos, y aunque cueste trabajo discernir el correcto, siempre debe hacerse en busca del bien y del verdadero valor.
Para la segunda parte de la tarde el payaso tomó el protagonismo en la actividad. Las sillas, las mesas y los niños se acomodaron de forma tal que todos se juntasen en grupos de no más de cinco integrantes. El payaso les mostró una tarjeta de felicitación, que a simple vista parecía muy común. Pero como las primeras impresiones no siempre cuentan, al abrirla los niños se llevaron una sorpresa. Varios permanecieron asombrados por unos instantes debido a la hermosura y originalidad de la que, a simple vista, pareciera ser una cartulina cualquiera.
Todos quisieron de inmediato aprender a hacer una tarjeta así, y por suerte esa era la razón y el objetivo por el cual se les había mostrado. Lo especial en ella era el colorido jardín de flores de papel que aparecía en tres dimensiones cuando se abría. Así pues, la segunda actividad consistía en esto: poder replicar la tarjeta para darla de regalo durante la celebración de un cumpleaños colectivo.
Se le repartieron a cada niño los materiales necesarios mientras se indicaba cada uno de los pasos. Primeramente, se les dio crayolas de distintos colores detallando que era importante apoyar las hojas en objetos de texturas rugosas, para obtener variados y coloridos diseños. La tarea continuaba. Los niños más grandes ayudaban a los más chicos y todos avanzaban juntos para llegar a la meta, poniendo en práctica de forma natural y sencilla el dicho de que ¨en la unión esta la fuerza¨.
Ya el jardín multicolor casi estaba terminado. El payaso, que minuto tras minuto cambiaba de profesión y se convertía en profesor, los ayudó a pegar las flores en las tarjetas. Después de que cada uno tuvo la suya se pudo dar por finalizada la actividad, con todos desbordantes de orgullo por cómo les había quedado su pequeña obra maestra.
Al irnos, la vitalidad de los niños mostraba lo que con palabras se hace muchas veces dificultoso decir. También a nosotros nos viene bien recordar los valores sencillos y sólidos en los que apoyamos nuestras vidas. Ciertamente, aunque mi infancia paso hace ya algunos años, puedo decir que ese día me sentí como una más de ellos, frente a la alegría que provoca aprender algo hermoso y bueno, en medio de un ambiente de amor.